
Serafina y su espantapájaros
Ambrosio era un espantapájaros grande y alegre que vivía en el huerto de la señora Serafina. Siempre estaba alerta y dispuesto a espantar a cualquier intruso que apareciese por allí con malas intenciones.
Soy un espantapájaros,
granote, grandote.
De paja me hicieron y
bailo un montón.
A los pájaros asusto
no dejo pasar a ninguno.
En el huerto estoy contento
y siempre me divierto.
Un día llegó un pajarito azul muy escurridizo.
– ¡Qué frutas más ricas hay en este huerto,
me comeré una porque estoy hambriento!
Pero en cuanto Ambrosio vio lo que hacía rápido le echó.
El pájaro al ver que no podía comer tranquilo dejó salir de su boca un aroma sobre el espantapájaros y éste se quedó profundamente dormido.
Pronto llamó a sus amigos. Todos muy contentos trinaban y comían manzanas,
higos, peras …
Serafina, al oír tanto ruido, se asomó a la ventana y vio lo que ocurría. Rápidamente salió de su casa y se acercó al espantapájaros.
– ¡Ambrosio, Ambrosio, despierta!,
el huerto está lleno de pájaros,
¿por qué no los echas?
– Un pajarito azul me echó su aliento y me dormí.
Entonces Serafina roció su huerto con un líquido “quita hambre” que ella misma había preparado.
Cuando las aves lo bebieron dejaron de comer y se fueron.
Después dio al espantapájaros su líquido mágico para que los pájaros no volvieran por allí más.
Desde aquel día en el huerto de Serafina reinó la paz y la alegría.
Si quieres comer buena fruta vete al huerto de la señora Serafina: ¡Verás que rica!
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(Mª Felisa García García)